La lluvia...
con su cadencia triste,
besa muy despacio
los umbrales breves
del silencio.
Se diría...
que todo un océano
de plata se derrama
en las impávidas esquinas
del otoño,
allá...
donde la memoria aleve,
se deshoja etérea...
entre dardos
descuidados,
por lo absurdo de su sueño.