Y te ayudé a bajar del alazán
con suavidad te tomé entre mis brazos,
brazos que nunca más te protegerán
porque la vida te arranca de la mía a pedazos.
El canto del arroyo,
el trino de un ave,
el aroma de la hierba
que nos embriago el alma de forma tan suave.
Toma mi mano muy fuerte
no permitas que se escape,
éste mágico momento
para que nunca el olvido mate.
Bajo la sombra de éste árbol
y nuestras monturas como testigos,
yo te entrego mi ser
y con él van mis sentidos.
Éste, que te toma y de ti es esclavo
calma la sed en tu manantial,
y con tus besos me embriago
y cual velero en tormenta en tus brazos naufrago.
Detente tiempo, otrora bendito
no avances más, quédate estático
que estos momentos sublimes se vuelvan eternos
no camines, no sigas, no quiero gritarte maldito!
Se fue acabando el día
de tu pelo huyó el aroma del prado
te arrancó de mí el destino como harpía
y mi corazón luce anillo con dolor engarzado.
Hoy el arroyo se ha secado,
el ave, lejana rama buscó
y aquí bajo la misma sombra que un día nos cobijó
vuelven a mí tus recuerdos, recuerdos que el tiempo no me quitó.
Gastón Medina Vázquez.