Suave seda hecha de fuego
Deslizándose en mis manos;
Dulce néctar que yo bebo
En la fuente de tus labios;
Surco aquel inmenso cielo,
Lleno de sinuosos campos,
Donde gozo hasta el exceso
De tu manantial sagrado;
Llegan hasta mis oídos
Los sonidos y esa paz
Hecho de silencios finos,
Notas breves de cristal;
Infinito recorrido
Que no quiero terminar…