Sólo por tu piel dormida, por tu labio en el diván de tu labio
por la pestaña recogida en la yema de un deseo;
por tus pies cansados
de arremolinarse en la penumbra.
Por el dibujo a contraluna de tus fronteras.
Por el susurro que nace en mis labios
y acaba muriendo, en beso, sobre los tuyos.
Porque loco me llamas en sueños,
- mientras la noche se torna arrebol -
Sólo porque retozas y te ondulas como charco en la lluvia.
Y viertes tu primera mirada
sobre el caballero de la mano en tu pecho
- que no es otro sino yo, que no merece acaso distinción -.
Sólo porque un renuncio juguetón me da la espalda
Sólo por la piel recién despierta, abrazada, tibia.
Por tus besos azules de albor.
Por tus manos como istmos sobre mi espalda.
Por ser marea creciente y rompeolas.
Por ese inconcreto punto en que dos mares
se unen e intercambian sus corrientes.
Porque acabo por rendirme.
Revuelvo blanca, la sábana entre nuestros pies
y firmo la paz en tus labios.
Porque me miras con ojos circunspectos; luego sonríes
Y loco me llamas y llueve y llego tarde.