Alexander Vortice

Secuencia de Milagros

Lo vi y pese a todo no creí en ello.

Infausta lógica la mía y nefasta lógica la de los demás.

Aún así volví a hacer lo mismo: yo frente al omnipresente

crepúsculo y la sucesión de luces supersónicas

sacudiéndose como si fuesen millones de proyectiles

ubicados en mi cerebro de hombre apto para engalanar

el mundo con sus impúdicos devociones.

 

Ahora sí podría ser cierto lo incierto:

secuencia de milagros que menoscababa mi ego,

mi hígado medianoche y mis justificantes de suicida.

 

“La Voz” habló y dijo algo impenetrable…

 

Lo vi y lo juzgué crudamente…,

obsoletas ideas fueron las mías,

hasta que tuve a mi alrededor aquel batido

de particularidad, aquello que iba agonizando

al tiempo que reverdecía el otro extremo

del planeta Tierra.