En el negro azabache de sus ojos
se reflejan de amor las pinceladas;
las que brillan con luces argentadas,
do florecen los sueños por manojos.
Por sus cuello deslizan los antojos
que despiertan pasiones en cascadas;
porque vienen de llamas adornadas
calcinando del alma sus cerrojos.
Es milagro grandioso su prestancia
que reúne los dones de una diosa,
por su porte sereno de grandeza.
¡Y su piel de magnífica grandeza
a mi cuerpo se adhiere vaporosa
combijando mi ser con su tibieza!
Autor: Aníbal Rodríguez.