Hoy amaneció mi día
con un ligera arruga casi invisible.
Mi alba novicia esta lejos todavía
del sabio ocaso cicatrizado
lejos
si antes la muerte no se apresura acostarse conmigo.
Tomo mi tiempo pero no me demoro.
El cristal de mi porvenir es arcano y nublado
como una madrugada bañada en rocío
aunque la claridad de cada año
me derrame
y empañe menos el cristal de mi sendero
me iré con la alegría de haber vivido...
y de vivir he vivido y conocido:
las espinas delirantes del amor
(no todas)
sus gotas de sal, sus besos edulcorantes,
la ausencia eterna de las ancianas manos maternas
que me vieron crecer,
la voz áspera de mi madre
los brazos de roble y el mármol hombro de mi padre
carcajadas, silencios
y otras pocas cosas más.
Se asientan veintiún primaveras acá Milán
y son en Lima veintiuno mis otoños...
estoy hecho de alegrías y nostalgías.
Recibiré las felicidades
de los brazos más allegados
como un irónico regalo a mi nuevo año.
Hoy veintiún años atrás
me exilié del vientre de mi origen
y caí como una pera
en la verde realidad;
me voy a seguir viviendo, no sin antes decir:
"mi años nuevos son los veinte de mayo"