Bailas la magia de la Navidad
con las luces de un villancico clásico,
desplazándote por la hojarasca
de un bosque de esperanzas,
te acompaña el ostinato del piano,
los violines y los cellos;
se te ve con un aire lejano,
impasiblemente concentrado,
dando giros en el cielo
con la cadencia de Carol of the Bells,
mas la música pareciera emerger
de la profundidad de tu ser,
atendiendo a la armonía
del equilibrio,
haciendo honor a la emoción
que te apellida: Alegría.
En la soledad de un escenario
que prescinde de público,
hay un encuentro contigo mismo,
lo has logrado:
escuchar tus propios aplausos,
y sigues danzando,
ya no importa seguir los pasos,
te has congraciado
con el desiderátum
de ese arduo compás
de sentirse humano
con la melodía de la paz.
Aly Davis Pérez