alupego (Ángel L. Pérez)

SOLEDAD QUE ME ALIMENTAS

SOLEDAD QUE ME ALIMENTAS

 

En la activa soledad,

donde vive la conciencia,

se debate la existencia,

en las dudas que la aquejan.

 

En la infinita paciencia,

del tiempo que nos tutela,

nace en soledad la esencia

de la vida que nos lleva.

Pedazos que se fragmentan,

de la supuesta entereza.

Una soledad sincera,

que vence la inconsistencia,

de la errática existencia.

 

Yace el frío y el calor,

en la vida pasajera.

La templada soledad,

arropa viejas miserias.

El frío la paz cultiva,

mientras la aviva el calor.

En el largo corredor,

del sendero de la vida,

se calientan y se enfrían

las penas del corazón.

 

Tormentas en soledad,

de recuerdos fugitivos,

que irrumpen como castigo,

abordando la verdad.

Pensamientos que rebrotan,

en aparentes olvidos.

Gota a gota van cayendo,

como notas de un concierto

que empujan la realidad.

 

Vive el ser ensimismado,

en sus mundanos quehaceres

y se olvida de lo humano,

recreando sus placeres.

Vive en su vivencia absorto,

creyendo en su vida eterna.

Más la efímera existencia,

deja clara su presencia.

Hermosos atardeceres,

ajenos a la tormenta.

 

Vive el ser en soledad,

dentro de la variedad

de ruidos que le rodean.

Vive en la falsa apariencia,

de conocer la verdad.

Más la propia realidad,

sin pausa le abofetea.

Vive marcando caminos,

para la meta alcanzar.

 

El viento sin pena azota.

Sin descanso pasa el tiempo.

Sin prisa la vida agota,

para reinventar su sino.

Invaden la soledad,

los instintos primitivos.

Para el dolor no hay piedad,

no distingue los principios,

ni declara su final.

A.L.

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26/12/2019