Querido veinticuatro de diciembre
Compartimos desde la vital humedad de las raíces
hasta los colores de la flor
estaciones bipolares
cayendo del calendario.
Tambaleándote entre espíritu y vitrinas
entre arbolitos llenos de regalos
y entre no arbolitos en no casas de no alegrías;
entre copas de respiro fácil
y hospitales
entre calles abiertas
y candados,
llegas.
Veinticuatro de diciembre
mural de los deseos
necesaria pausa
cenáculo en multiplicación.
Gracias por la simbiosis
por tus oxigenadas caricias
en mis íntimos caminos.
Mi eterno cariño para ti
cordialmente,
yo,
ese flaco empedernido que corría
por el antiguo pasaje
reventando petardos
saludando a medio mundo,
sí, ¡ese!