Si en la secillez permanecemos,
En la ilusión de estar ahí,
Puede que incluso podamos creer que
Por momentos, somos libres.
Pero el ojo es inquieto,
Y frente a su propio reflejo
Cuestiona, la veracidad de cada hecho.
La mentira y la verdad chocan y se enfrentan
Nublando cada espacio en el acto.
La lucidez llega a preguntarse
Cómo es posible que abandonar la mente sea la mejor forma de vivir.
¿Estar presente es dejar de estarlo para el propio ser?
Estar presente para otros es estar ausente en nuestra propia conciencia, o por otra parte, tal vez, el solo cuestionamiento asegure la ignorancia de la verdadera y basta conciencia.
Si es así, entonces, en esta nueva forma tengo un gran reto, una nueva lucha, comprender la conciencia que puede estar presente en ambos bandos sin abandonarse o perderse.