Un corazón...
¿Quién lo puede entender?
Sólo aquel que lo creó.
Vivo y siempre quiero saber para qué.
Sí, sé tan poco del mundo...
y me siento tan hastiada de él.
Ahora, busco algo más profundo
y muy simple.
Eso esencial que he ignorado,
que quizá este a mi alcance...
y por sesgarme en tristezas, llantos
y quejidos, no he podido ver.
La vida...
¿Quién podría alargarla por un minuto?
Sólo aquel que nos la da.
Existo, sí, mas sé que soy sólo un punto diminuto...
un grano de arena
en este desierto repleto de ecos...
Un rostro en la memoria de alguien
en sus recuerdos.
No espero que me entiendan,
porque eso sería contarme cuentos.
En el camino he conocido a muchos...
y sin decir adiós, se han ido aún más.
Y así es ésto,
y todo te enseña, si te dejas enseñar.
¿Auto compadecerme?
¡no! eso es asumirse en la miseria.
Elijo tomar al dolor, como el mejor maestro.
Se oye tanto, \"nadie es perfecto\".
Sin embargo, muchos alzan la cara y señalan, como si fueran Dios.
¿Acaso el juzgar cambia algo?
Mejor ocúpate en tus bestias
y miles de prejuicios...
y edifica.
Lo que ves a tu alrededor...
no se trata de ti, ¡despierta!
Deja el resentimiento,
las excusas, las ideas estúpidas.
¡Carajo, ya sé que hay sufrimiento!
Pero si yo me sentara a verlo y a llenarme de ira,
sé que con ello, no iba a desviar ni una maldita bala.
La mente...
¿Quién puede persuadirla?
Sólo uno mismo, si así se quiere
y costara varias guerras.
No, no aspiro a que me crean
o me sigan la corriente.
Pues, no soy un ejemplo precisamente.
Sólo soy un ser que hoy se cuestiona,
ante sus inconscientes...
que quiso escribir letras desordenadas
e incipientes...
tal como justo puede estar tu realidad,
y tú, ni siquiera estás consciente.
De: Diana Janeth Reyes Diáz.
( Diana Reydz )
Publicado el 26/12/19
2:25pm
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