Atormentas de quietud a mi mirada vacilante
lo efímero subyace en la impronta de tu sonrisa
tu piel se desdibuja en mis ademanes táctiles,
tu voz fenece dócil, enclaustrada en parábolas incongruentes.
No reconoces mi tibieza, que es casi un atributo extraño
pero el recurrente pensamiento circular, no aplaca su voracidad evocativa.
Espejismo inerme, descánsame de sueños
ya las referencias se han vaciado de sentido.