Salta al vacío una última estrella,
se abre naranja la mirada sobre el nácar,
y rueda en llanto la colina de cera,
rueda incesante a sus plantas,
donde luciérnagas acunan las auroras,
y el rocío breve en álamos asoma.
Sedas en furia, carcaj divino,
de malva salpican espejos baldíos,
fantásmico embriaga sin fijo destino,
aroma que llevan las aguas consigo.
Huyen agua y carmín al fuego de siglos,
que manso revela arena en las cuencas,
y amatistas dormidas bajo el río.
De liras carecen los montes alcanzados,
si apaga la piedra el diario vuelo,
si saeta veloz tampoco ha bastado,
y ruge feroz el instinto inesperado,
que a gacelas en flor llega aspirando,
cual primavera de huesos triturados.
Trineos al polvo cruzan caballos,
la ira comanda bridas y látigos,
más letal que sus lanzas figura callado,
verdugo pulgar de coronas y amos.
Ebria está la grada de voces y heraldos,
el ruedo retumba en macabro teatro,
y viaja la sangre los yelmos plateados,
derribando colosos al final del acto.
Pende un gris engranaje de buitres,
atado a los vientres derramados,
antorchas parpadean al voraz convite,
ya posado en los cuerpos apagados,
y va de puntillas, filtrada en los peldaños,
la túnica oscura de legiones y pastos,
libados al hambre de bestias y años.
Desde el firmamento, una temprana estrella,
anuncia la noche meciendo los dardos,
que duermen de espaldas a la tregua,
rota, en el naranja inmaculado.
Salta al vacío una última estrella,
se abre naranja la mirada sobre el nácar,
y rueda en llanto la colina de cera,
rueda incesante a sus plantas,
donde luciérnagas acunan las auroras,
y el rocío breve en álamos asoma.
Sedas en furia, carcaj divino,
de malva salpican espejos baldíos,
fantásmico embriaga sin fijo destino,
aroma que llevan las aguas consigo.
Huyen agua y carmín al fuego de siglos,
que manso revela arena en las cuencas,
y amatistas dormidas bajo el río.
De liras carecen los montes alcanzados,
si apaga la piedra el diario vuelo,
si saeta veloz tampoco ha bastado,
y ruge feroz el instinto inesperado,
que a gacelas en flor llega aspirando,
cual primavera de huesos triturados.
Trineos al polvo cruzan caballos,
la ira comanda bridas y látigos,
más letal que sus lanzas figura callado,
verdugo pulgar de coronas y amos.
Ebria está la grada de voces y heraldos,
el ruedo retumba en macabro teatro,
y viaja la sangre los yelmos plateados,
derribando colosos al final del acto.
Pende un gris engranaje de buitres,
atado a los vientres derramados,
antorchas parpadean al voraz convite,
ya posado en los cuerpos apagados,
y va de puntillas, filtrada en los peldaños,
la túnica oscura de legiones y pastos,
libados al hambre de bestias y años.
Desde el firmamento, una temprana estrella,
anuncia la noche meciendo los dardos,
que duermen de espaldas a la tregua,
rota, en el naranja inmaculado.
Salta al vacío una última estrella,
se abre naranja la mirada sobre el nácar,
y rueda en llanto la colina de cera,
rueda incesante a sus plantas,
donde luciérnagas acunan las auroras,
y el rocío breve en álamos asoma.
Sedas en furia, carcaj divino,
de malva salpican espejos baldíos,
fantásmico embriaga sin fijo destino,
aroma que llevan las aguas consigo.
Huyen agua y carmín al fuego de siglos,
que manso revela arena en las cuencas,
y amatistas dormidas bajo el río.
De liras carecen los montes alcanzados,
si apaga la piedra el diario vuelo,
si saeta veloz tampoco ha bastado,
y ruge feroz el instinto inesperado,
que a gacelas en flor llega aspirando,
cual primavera de huesos triturados.
Trineos al polvo cruzan caballos,
la ira comanda bridas y látigos,
más letal que sus lanzas figura callado,
verdugo pulgar de coronas y amos.
Ebria está la grada de voces y heraldos,
el ruedo retumba en macabro teatro,
y viaja la sangre los yelmos plateados,
derribando colosos al final del acto.
Pende un gris engranaje de buitres,
atado a los vientres derramados,
antorchas parpadean al voraz convite,
ya posado en los cuerpos apagados,
y va de puntillas, filtrada en los peldaños,
la túnica oscura de legiones y pastos,
libados al hambre de bestias y años.
Desde el firmamento, una temprana estrella,
anuncia la noche meciendo los dardos,
que duermen de espaldas a la tregua,
rota, en el naranja inmaculado.