EN EL VERSO PRENDIDO SIN PRISA
En el borde se quedaron,
las pasadas andaduras.
Precipitando sus notas,
en las viejas aventuras.
De la luz que se oculta en las sombras,
de las dulces palabras que acunan,
se desprende la mirada mágica,
en la tierna caricia que ayuda.
Y la aurora que todo lo mima,
en el sueño que vive y consuela,
la verdad se defiende encendida,
por las brasas que deja la vida,
en la blanca y sutil duermevela.
De la sombra que oculta la pena,
en la hambruna que roe las entrañas,
se descubren las vidas ajenas,
en sus almas la vil telaraña.
Una vieja y tozuda migraña,
que arrebata la vida y la mella.
Y la voz que se quiebra en la mente,
asustada de tanta desgracia,
tambaleantes traspasan el puente,
que conduce al desastre inminente.
Un susurro dormido en el vientre,
se recrea en la fértil simiente.
De la vida que gira cual noria,
repitiendo sin pausa su historia,
los retoños creciendo en la frente,
en adultos girando se tornan
Y la vida que mágica entiende,
de la costra irrisoria se libra.
El sendero se ha roto en pedazos,
en los huecos abierta la herida
y fluyendo cual río a retazos,
empapando la noche y el día.
Tropezando se queda la dicha,
en el cálido y tierno regazo.
Del amor que en las carnes se agrieta,
traspasando la oscura neblina,
en su esencia su vida culmina,
abrazando la vida y su ciencia.
Primaveras cuajadas de aromas,
perfumando la pasión inquieta.
De la lluvia su voz cristalina,
remozando fantasmas y cuitas,
en el fondo de la oscura sima,
se descubre la verdad escondida.
Ese roce que anuncia caricias,
en el verso prendido sin prisa.
A.L.
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27/12/2019