Mis lágrimas, ahora sin título,
huyen para cubrir los acantilados
abiertos por lo escrito ayer.
Todas las preguntas hechas sobre la vida,
tras tomar las debidas precauciones,
han decidido ocultar su curiosidad
hasta un momento mejor
en el que poder proclamar toda su
insolencia…
Y mis plegarias, animales nocturnos,
no dejan de mirarse en el espejo
para poder sobrevivir al robo de sus
suspiros y de las últimas luces
descuidadas y escondidas bajo mi almohada