El flujo de llanto era montaña
fluida a pie de bosque, deshojada,
acongojada de la primavera,
huraña y triste por la contienda.
La cordillera construyó su roca,
pico por rama, rama por pico,
raíces de paso, dulces de inicio,
cortas de cierre, rotas de boca.
su valía era cómplice cruzada,
su sonrisa indivisible por cero
fue rocío y hada en su grácil encierro.
y sus ojos otoñales atardecen,
pintan el sol, para luego llover,
limpiar su roca, respirar, y correr.