EL REGRESO
Pensar, que lloré ¡Tanto por tu adiós!
Sentí... como un puñal
que traspasaba lado a lado el pecho
Pensar, que mi alma ¡Pobre en su quebranto!
Con sangrante agonía en el aliento
balbuceaba súplica de besos
rezando los milagros de un regreso
Era paloma triste, abandonada
a corvos picotazos de otros tiempos
que coloca entre altares
muchos amores muertos
Y era yo una paloma volando alto
tan alto que estrellóse en firmamentos
y así en cielo estrellada
el alma todavía rezo alzaba
“¡Oh Dios que no me deje que me muero!\"
Ese episodio abrió un hoyo tan hondo
¡Tan hondo! Como el mismo magro infierno
bajé por eslabones calcinantes
con mis ojos crispados por el fuego
con callos en ojeras
¡Con llagas purulentas de tristeza!
¡Con letal humareda trepidante!
Que fundía mis huesos
¡Te amé cual poseída!
Perdida en mis locuras
¡Escribiendo entre vientos!
¡Poemas de dulzura!
Y a cada evocación, eras tú en ellos
¡El hombre que cubría todo anhelo!
Fueron muchas las noches, abrazada
al sueño de tus lunas
como si sus palios dieran tu beso
que cada vez, se hallaba más lejos
Y hoy regresas después de tu partida
¡Suplicando un regreso!
Que antes yo lo quería
aunque fuera... ¡Tan solo por momentos!
No sé si es... que aún sangra cruel herida
o por tiempo que borra el embeleso
Pero aquel hombre al cual yo fiel quería
¡El hombre que alocaba con sus besos!
Aquel hombre hoy, presiento
que lo cambió la vida
¡Porque nunca fue mío!
¡Por no poder tenerlo!
¡Porque se me escurría de las manos!
Como agua que desliza por los dedos
Ahora se presenta... ¡Ay tan distinto!
Cuán difícil resulta
poder... reconocerlo
Beatriz Vicentelo
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