Mi soñar es como la libélula pueril
de un vano deseo,
que entre sombras heladas
bajo el cielo nocturno y sin rumbo vaga.
Un ala de oro y otra de marfil
y dos ojos que son los míos
un canto frágil y sonoro.
Y la roca que embistió con sus llamas
alojando en su calor
naturaleza divina y humana.
Sombras de hadas acompañan la beldad
y mi cama tan honda y calma acompaña al sueño;
Y no saber a que noche le debo
el encuentro cercano de un lejano deseo.