Tu cabello es un mar de oro
que se derrama y desliza
en tu blancura que ignoro
cuando tintinea tu risa.
Suele perder el decoro
cuando lo bate la brisa.
¡Oh, qué divino tesoro
cuando lo miro sin prisa!
¡Cómo quisiera tocarlo,
tenerlo y acariciarlo,
navegarlo con mis penas!
¡Sumergir en él mis manos,
revolver deseos lejanos
escondidos en mis venas!