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Lo hermoso de un tranquilo atardecer,
se contempla en silencio y sosegado,
como el alma de la mujer amada.
En el lago, recorriendo su orilla,
bebiendo sorbo a sorbo a calmar la sed,
descansa el ave viajera en su nido.
El beso extendido por toda la piel,
como ventilador que sopla al carbón,
de negro inerte lo despierta en rojo.
Humea el amor, sentidos profundizan,
el rostro cambia de color a nácar,
en la frente y la nariz, brotan perlas.
La respiración normal, cambia ritmo,
convertido en mar, se agitan las olas,
incienso de la superficie explota.
De tu presencia, se colma el ambiente,
las flores van soltando su perfume,
el momento se convierte en sagrado.
Agua impetuosa se mueve sin cesar,
se desplaza con su fuerza a mi costa,
divina parte ser de tu marea alta.
EL POETA DEL AMOR. 21-07-10.
BAJA CALIFORNIA SUR, MÉXICO.