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Nuevas glorias a España de Angelillo de Uixó

Para ofrendar nuevas glorias a España, viejo en coche, en tren y en trineo tirado por perros, desde Castellón a Alicante, durante las veinticuatro horas de la navidad.

Para ofrendar nuevas glorias a España, he visto mendigos olvidados en las aceras de Valencia, a un pequeño  pueblo en la sierra Mariola llamado Alfafara , donde viven muchos de sus pocos habitantes que alberga  de la música, y  creen venir de los fenicios. He cruzado en Alicante capital por las tristes avenidas de la miseria de las “Mil Viviendas” , donde  sus habitantes  cocinan en las esquinas de las calles haciendo  fogatas. No conocen el monte, solo los parques, y les da  igual de donde vengan.

Para ofrendar nuevas glorias a España, me he olvidado de España, para buscar la felicidad en compañía de mis amigos y mi familia.

2.

Como si el tren fueran unos perros,  y mi vagón una bicicleta, invento el traqueteo que suena de sus pasos, perecidos al de los cascos de los caballos.

- !Arre! - es mi voz y a la que van, “ Tots a una veu\". Tras de nosotros las montañas de Vall d´ Uixó se van alejando, y una tristeza me invade   al cruzar a la provincia de Valencia. Mi orgulloso y laborioso  medio de transporte, sufrirá al cabo de unas horas de nuestra despedida, mi ausencia, extrañados  cuando se vaya el sol y llegue la luna de no verme durante uno o dos días. Entre tanto,  vamos serpenteando por  los barrancos, encontrándonos a los canes cuyo destino es cuidar de los naranjos y las fincas  tras las vallas. Los míos, les sacaban  pecho levantando la cabeza, y galopando paralelos a ellos para que comprobaran su valía de viriles  perros de  trineo de levante, mientras los perros cuidadores, no menos machos policiales de fronteras,   como tales su labor de custodios  cumplían ladrando y pegando a las vallas  con los dientes llenos de bravura espumosa, como de las olas que rompen en las rocas.

Al llegar a la provincia de Valencia desde la de Castellón , frontera  marcada por  el cartel triangular verde que indica la nueva provincia, hubo un momento  para celebrarlo ,cantado  las dos líneas que recuerdo  de la letra del himno de mi patria. Guardo seguidamente  silencio solemne, viéndome   rodeado de la ausencia de las flores y de mar, solo quedando el sol sobre mi,  y la sombra de las urracas, creando una ráfaga de ansiedad al paisaje que vibraba trémulo entre vaguadas llenas de penumbra y angustia .  Como un látigo me da en la sien un recuerdo del que soy prisionero:

“si hubiera callado sobre un pueblo que al fin y al cabo no me importa”, quizás hoy tendría vida, ¿ no recoge el propio himno de Valencia que va mi pueblo a una voz, “tots a una veu”? ¿ Por qué dije yo que no voy ni a la una, ni a las dos a su voz, si ahora voy  arrastras de todos ellos como un perro a una sola voz de mi amo ?

A golpe de ansiedad, y de muerte que viene sembrada en el tiempo en una estación prematura,  las patas de los perros como cascos de caballos bajaron por el desfiladero hacia Sagunto por Algar del Palencia cruzando el río. Hacemos nuestro camino por la única tierra que he conocido, he trabajado, he cultivado, y la que me ha cubrir cuando deje de existir. Y si alguna vez la amé,  y me consideré parte ella hasta que me  excluyó , nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, volveré a formar parte de este pueblo. LO JURO POR  LO QUE QUEDA  DE VIDA. Nunca más formaré parte de esta tierra que me ha de cubrir, ni  a interesarme lo más mínimo por ella. Solo mis amigos y mi familia, serán el laurel y la rosa para sobrellevar la pesada carga de vivir en un pueblo de fanáticos, que más que radicales, de fanáticos  chabacanos poblado de tres al cuarto, que no merece poetas que le canten, solo lo que tiene, poetas y una cultura  que les miente.

Dejando en un hogar para su cuidado a los perros, ya en el tren hacia Valencia echaba de menos su compañía, rodeado de viajeros perdidos en sus metas, que solo miraban el móvil, gente que como yo, que ya había renunciado a toda esperanza. Hombres y mujeres modernos, más jóvenes que yo,  de estrechos mundos, tan estrechos como lo que cabía en sus cuerpos.

En Valencia, al bajar y salir de sus andenes , deambula la gente ocupando todas las aceras,  los coches también ocupan todos los carriles, encuentro en sus calles parte de su famosa riqueza que atesora, una legión de mendigos echados a las aceras, brotando sus rostros barbudos y cabellaras lanudas como champiñones entre sus bolsas con motones ropas sucias.

Una ayuda por caridad señores- exclama junto a mi, uno de estos melancólico y con la mirada perdida entre vómitos de  una multitud que pasaba indiferente.

No les importas- comento  para que deje  de perder el tiempo. Me alejo con la muchedumbre errante,  viendo como hunde sus cabeza entre sus rodillas, sin que nadie jamás llegue  a saber  que le  pasa. No tardo de salir de aquella opulenta  Valencia, que solo sabe de miseria e indiferencia  para llegar a Alfafara, cuyos habitante cabrían en un hotel de la capital.

En Alfafara cambio mis ropas con olor a desdichas y ausencia de vida por las de mi hermano. Veo el mundo cotidiano de mi niñez junto una chimenea.

Y quizás después de rechazar tantas cosas para devenir en el ser que anhelo, y buscar nuevos caminos para encontrarlo,  al final la formula “familia, amor y trabajo” ¿es el único ensayo posible para ser un hombre social en este entorno ?

Al caminar para conocer un poco el lugar, vamos hacia el río Pantanet entre choperas que anuncian un bello canto. EL hombre y el agua se unieron como el hombre y la mujer para engendrar a  Alfafara, formando con el pico una ballesta que lanzó su flecha  minera para hundirse  sobre la roca; junto   el agua, cortando ambas fuerzas hombre y agua,  las paredes de barrancos, y montañas, tallados  hasta dar forma a cuevas donde crear su industria. Graneros metidos en lo profundo de la montaña, donde la luz se queda en la ventana en la que anidan las águilas. Molinos movido por agua dentro de galerías casi mineras. Ingeniería milenaria llegada de lugares remotos, de otro continente, donde solo existe arena , viento, y el agua, espejo espectral  tierra adentro, en medio de la nada, surge de un agujero  del tamaño de una cueva de alfafara, entre un mar  de dunas rodeada de dos palmeras que ofrecen sus frutos al viajero. A estas gente que llegaron ,en España se las recuerda hoy los cientos de bares ,y lugares de alegría, felicidad  y ocio llamados Oasis, porque aquella gente que vino lo hizo con ganas no de invadir, sino de vivir. Buscaban agua para moler el grano.

Regresamos  entre masías derruidas,  que recuerdan la guerra civil entre la vieja vía de tren hoy cubierta y convertida en vía verde. Las casas de Alfafara recuerdan en un hermosos cuadro, aquel tren casi fantasmagórico en el recuerdo, quizás sea el símbolo de las oportunidades perdidas a las que no subimos tantos y que nos persiguen en los andenes. El tren de estas tierras que desafiaba la topografía de la sierra Mariola, un día desapareció. En la estación se quedó la gente, sin esperar a que volviera otro tren. De su soledad y aislamiento nación un sentimiento musical. El eco de sus rocas, de sus valles retumbo con la armonía de su industria. Las notas musicales de las gente de este pueblo fueron su oficio, su industria, tan valiosa como el textil en la cercana Alcoi o Bocairent, pueblo de las mantas.

Por el valle de la Gallinera llegamos hasta Alicante. En el corazón de esta ciudad, en uno de sus grandes rincones se llega  a un lugar con mil y una historias que no dejan dormir a nadie:  en las \" Mil Viviendas de Alicante\". Una pequeña Palestina sitiada por la policía nacional. La gente vive  en esta cárcel a campo abierto con ganas de vivir. Su situación de cautiverio estructural, y su barrio en forma de gueto no les preocupa. La vida se ha hecho más fuerte que el sufrimiento. EL que cruza por allí lo hace con una sonrisa cínica, preguntándose al ver aquellos hombres y mujeres, las casas, las calles, la basura por doquier, si está en el Bronx, en Senegal, o en Alicante. Las cárceles existen en todo el mundo, cerca de nosotros, nos acompañan a cada paso y las visitamos en cualquier rincón al que nos desplazamos.

Falta trabajo, falta libertad, falta justicia, falta fraternidad, falta justicia, falta espacio, falta comida, falta agua, pero tenemos la vida.

Detrás de las mil viviendas se me abrió una puerta de una cárcel. EL reencuentro con mis primos y mi tía.

Querernos al final es lo que importa. Hasta que algún día se abra esta gran puerta para todos, y no solo para pequeñas unidades familiares  en una humanidad  de calamidades infinitas tan enorme como los océanos.

El amor a uno mismo y a los demás, es el agua que mueve la gran piedra del molino, es la que da el trabajo,  la paz y la fuerza para llegar a ser una persona. Pero es frágil como el cristal, y fácil romperla con una sola palabra, y del hombre sin amor ¿ qué queda?

Lo sentí al volver a Vall d´Uixó, solo con mis perros me uno, extraño desde el nacimiento  entre la única  vecindad que he conocido. Puerta con puerta habita el odio que se hereda de padres a hijos. Huele a rencor la montaña. La huerta en Vall d´Uixó se ha vuelto hostil, y la sangre del numen que la habita es como la de las fieras, solo la aplaca el dolor.

Mil ojos cargados de ansiedad lloran desde la cola de un pavo real, porque no hay esperanza que arraigue en este lugar.

Puerta con puerta, hay una herida, ausencia de humanidad.

Mi voz ondulada cae al suelo para hacerse una caracola, que nadie la oiga, que la voz aquí aunque todas la tienen, por miedo la callan.

Silencio, tots  a una veu, y creer a los poetas y a la prensa, os contaran que aquí todos se aman, son libres, y florecen los derechos humanos y las artes.

Silencio, silencio, tots a una veu, que viene con capas y luciendo los viejos fusiles  al hombro la pareja , y una vela amnistía internacional  les acompaña contando “tots a una veu”

No pudo ser la vida , y todo tuvo que terminar a una voz. Todos  estaban , todos estaban  metidos, todos estaban, todos estaban en el mismo saco, “ hasta los santos y los inocentes, eran ya una voz, hasta los torturadores y verdugos eran una voz, la prensa era una voz, la gente con conciencia, los marxistas, los anarquistas, eran una voz, solo había una voz, una voz quedaba en la ausencia, una voz, solo una voz, que era como un aullido atroz”

Para ofrendar nuevas glorias a España….tots a una veu….

Angelillo de Uixó. Feliz 2020 y que vuestra ansiedad sea llevadera para soportarlo.