alupego (Ángel L. Pérez)

LA MIRADA

LA MIRADA

 

Fluye la tierna mirada,

de los ojos generosos.

De las pupilas el brillo,

del iris su grácil gozo.

De los destellos ardientes,

preludios de un día hermoso,

y en arabescos sencillos,

las pestañas asedadas,

de sus dibujos silentes,

abanicando su rostro.

 

Mira para comprender,

de la imagen su estructura.

Mira quien tiene la duda,

su mirada esclarecer.

Mira el boceto el pintor,

en el arte ensimismado,

su futura criatura,

al crecer de su pincel.

Sueña en su fuero interior,

la verdad que le subyuga.

 

Mira con celo el artista,

en el alma lo profundo.

Sin grilletes mira al mundo,

su febril acontecer.

Llenas sienten su pupilas,

de agravios y desamor.

Es tan grande su agonía,

que hasta le aplaude el amor,

en su mirada cautiva,

por la vida que plasmó.

 

En el cielo de sus ojos,

mira atento el labrador.

la sabia ciencia escondida,

en su recio corazón.

A lo lejos se divisa,

de la lluvia su canción,

que amamanta cristalina

la tierra que se agrietó.

Frente surcada de vidas,

forjadas de sol a sol.

 

Mirar la sedosa piel,

de brillante lozanía.

Mirar la fruta prohibida,

que alimenta el corazón.

Mirar sin poder mirar,

la vida en su lejanía.

La desdicha de quien mira,

de sus ojos el temor,

y quien su mirada aviva,

los ojos de quien amó.

Mirar la sinuosa sima,

que alberga su corazón.

 

De quien sin mirar se olvida,

de quien busca su favor.

Es más ciego quien no ve,

de las vidas su agonía,

que aquel que sin poder ver,

ve con claridad la vida.

No por dejar de mirar,

la verdad se difumina.

Mirar sin flecos ni espinas,

en la pasión y el amar.

A.L.

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28/12/2019