Pensado durante años,
como alguien desconocido
pero inmensamente familiar
aunque nunca antes había
aparecido en sueños…
Cuando tenía necesidad
de escuchar una música inquieta
y de una intensidad infantil
persistente
como un caballito de mar
visto por primera vez.
Esta reflexión sobre una
voz bella, una actitud libre,
se transformó en
necesidad de sexo en mi sueño.
Rabietas afines y odios profundos compartidos
Hasta el avión después de él
es entendido de otro modo.
La alegría de canciones viejas
se dispara entre arrebatos
de furia exterior e igualmente introspectiva.
Entro en un
cajero
y siento un olor,
un olor que me cuesta definir
como
una cosa condensada
que me hubieran robado de chica
y me la devolvieran,
mucho tiempo después…intacta…
/ rock del Sur
de Estudiantina
entre cervezas que parecían trofeos
y besos pudibundos
en las gradas repletas
de adolescentes ochenteros
Un sentimiento parecido
me viene cuando escucho su voz,
algo arraigado
a algún sitio al que yo también pertenezco
Entonces,
entre ratos de
ojos cerrados
me sobrevino un sueño del que recuerdo bastante.
Charly apareció a mi lado con un sigilo reptil y me abrazó
y yo no cabía en mí de felicidad.
Todas sus canciones de amor se hicieron un solo manojo
en momentos que ahora están perdidos.
Es como si hubiera muerto,
y me llamara desde el fin de la Tierra,
para que yo, expiada sin saberlo,
me fuera a encontrar con él
y me pasara una parte de su transparencia.
Ahora no rechazo las llamadas de mis sueños
ya no los desprecio, como
tampoco desprecio la realidad.
Aquellos y esta comparten algo que los
hace iguales: terminan siendo pasado.
Por eso agarro este trozo
nuevo de sensaciones,
en la ilógica de que él fuera un príncipe rosa.
Ahora solo quedan las versiones,
válidas todas ellas en un mundo casi sin huecos,
donde los sueños se esconden en las plantas.
Él entonces me abraza, y me susurra al oído cosas vivas,
que integran, junto a muchos otros cósmicos elementos,
la geografía de su esencia.
Y de día lo escucho,
tratando de entenderlo una vez más,
de darme cuenta de que sus palabras
de alcohol son también sueños que él tuvo.
Mientras tanto, desde otra parte,
sigue estrechándome contra él dándose los ánimos
del que está a punto de amar.
Entonces me sugiere.
Yo olvido su música en este punto,
centrándome en instantes, muy lentos, de piel.
Él ya no es Charly y yo soy yo.
Pero… con una seguridad, un cambio de estado muy frío
a punto de llegar,
de pronto pero sin parecerme una sorpresa
al final mira mis pies
cuyos talones y tobillos sangrantes
están cubiertos de yagas.
Yo no los escondo y él lo agradece,
como tampoco escondo mi culo postilloso,
resaltantes las costras
en las sábanas tan blancas.
Él no quiere, por eso yo no voy hacia él.
(Y canta)
Lo que fue hermoso será horrible después…