Luciernaga nocturna,
cuerpo transparente,
tempestad y delirio.
La noche clava en ti su silencio
y un rumor de caricias
se cuelga en el viento.
Mis manos te buscan desesperadamente,
mi locura anida en ti:
ojos donde el crepúsculo escribe un verso,
piel que socava los labios.
Déjame libre el camino que todos
los mios conducen a tu pecho,
paloma celeste que abraza la tarde,
afiladas caderas
por donde ruedan mis labios.
Allí donde la vida se me agota,
entre la delgada línea de tu soledad
y mi fe, alli amor mio,
allí la vida nos olvida.