La luna me observa mientras me sobra el mar
para gritarle mi soledad, mis pensamientos se
van amontonando y van formando una capa de
arena a mi alrededor que son disueltas por la brisa,
haciendo que unas efusiones de lágrimas mojen mis
mejillas, recordándome que me sobra la vida.
Saboreo en mis labios la sal del mar mezclándola
con mis lágrimas y no sé qué sabe peor, si mi tristeza
o la inmensidad del mar que a pesar de estar lleno de
miles de seres marinos se nota triste y solitario como yo.
Entre luna, mar y llanto surge una descarga súbita de
emociones entre mi pecho y mi espalda que son desbordadas
por la acumulación de sentimientos estáticos surgidos del interior
de mi corazón.
¡Maldita suerte la mía! Ya ni el vino ni el tequila me llevan
hacia a ti, me sobra la luna, me sobra el mar, me sobra la
vida, pero me falta tu amor.
Alexandra Farías.