Quise mantener al sol en el bolsillo
y mantener a tientas la misma noche.
Quise no mover mis alas demasiado,
no romper la habitación con fuerza
y cerciorar siempre tu presencia aquí.
Después de muchas fugas frustradas
de mi corazón siempre luminoso,
mi deseo metía las manos en los bolsillos
y se cercioraba si el sol seguía ahí.
A veces, amada, tú misma traías el tuyo
para que por reflejo no sacara el mío
y solo viera lo que tú querías ver.
Ahora dudo que haya sido un sol genuino.
Ahora que el sol de mi bolsillo ha salido
todo está muy claro, amada:
tú nunca estuviste aquí.