Sé, sin embargo, que no hay quien ame aún tu recuerdo.
Tu vientre como de arroyo que estalla en lluvia,
un rocío involucrado de madrugada dulce;
Sé también que brotan de poemas tus pechos
dos claveles de montaña verde que van sudando miel,
y vamos como hormiguitas buscando tu cuerpo,
y despierta en mi tu aroma el hambre un sabor tostado a cafe.
Sé que no hay poesía alguna que encuentren tus labios que los míos,
tus dos cielos ahogando mi aliento entre la boca,
y entonces te siento llover en mis manos.
Sé, sin embargo, que pasan las horas como si fuesen jueves.