Mi corazón ha cambiado
tantas veces de estación
que a veces nieva escarcha sobre lirios,
llueven fuegos fatuos sobre el mar
y las hojas rojas amenazan
con ahogar la primavera
si vuelvo a abrir las ventanas...
Al morir, resucité
en otra piel distinta
cicatrizando todavía el vendaval
mis labios con espinas de cristal.
Quemando las heridas
para grabarlas
a fuego sobre mi piel.
Lo que gané,
lo que perdí...
Regresé de un viaje del que jamás
pensé que volvería
y no volví.
Tirando runas en el agua en calma
de humo y Sol
como una hechicera,
que todavía no sabe ni qué ve
en los reflejos del tiempo y las montañas.