Tal vez el rumor llamó su atención:
siseo sedoso, de roce de alas,
sobresalto que conmovió su oración.
Tal vez, el aire sopló en la ventana:
brisa tan tenue que, al acariciarla,
meció sus cabellos de espiga lozana.
Tal vez el fulgor blanco en la encalada
pared de la casa, brilló iluminándola,
y atrajo su luminosa mirada.
Tal vez, con un lirio apareció Gabriel,
y el perfume la llenó, embriagándola:
dulce aroma, dulce corazón de miel.
Tal vez las palabras que Gabriel dirigió:
el “Ave, María”, saludándola,
a la Virgen en su humildad sorprendió.
Rumor, soplo, fulgor,lirio, embajador
son poco para anunciar al Salvador.