Quise arrancar la cortina
que colgaba en la ventana
al ver como se dormía
apoyando allí su cara.
Era nuestra despedida,
¿volvería más a besarla?
La acompañé a su destino
ahogando un mar de lágrimas.
Me volví en silencio solo
en ese autobús sentado,
mirando cada cortina,
buscando su olor impregnado.
Me quedé dormido allí
con su imagen en la mente,
mis mejillas empapadas
de sus recuerdos alegres.
Todos los malos momentos,
se olvidan es estos casos,
mientras lloras en silencio
el fruto de tu fracaso.
Sigues solo, recordando
sin encontrar solución
para dar la media vuelta,
de nuevo junto a tu amor.
Las ruedas del autobús,
te cortan esos recuerdos,
te apoyas en la ventana
para buscarla en tus sueños,
pegas la cara al cristal
y tiras de la cortina...
pero allí, su olor no está,
la ventana no es la misma.
Rompes de nuevo a llorar
impotente y cabreado
por ni poder remediar,
el perder a la mujer
que en tu vida más has amado.
Llegas a casa y al entrar,
nace un ataque de pánico,
debido a la soledad
que uno mismo ha fabricado.
Ermanue (c) 2014