DOCE CAMPANADAS
Sonaron las campanas,
en trance quedó la vida.
El tiempo quedó en suspenso,
para iniciar la partida.
Las estrellas se eclipsaron
y nacieron los luceros.
Con la vida entre los dedos,
se deshicieron los sueños
y en un alarde de euforia,
llegó el año venidero.
Promesas que se incumplieron,
afloran como los pétalos,
de una flor que se deshoja.
Avalancha de recuerdos,
llenan de vino las copas
y se van quedan solas,
las penas en cada nota.
El verso cruza la estancia,
con su estela majestuosa.
En las burbujas que flotan,
cada deseo se forja.
Sonetos en los clarines,
de las risas que se aflojan
y en chiribitas se tornan,
las pupilas que se adornan,
con reflejos de promesas,
que en las lágrimas se forman.
Los cánticos se desbordan,
como torrentes de notas.
Se va quebrando la voz,
en la garganta que llora.
Sonaron las campanadas
y se quedaron a solas,
los nostálgicos amores.
Efluvios en las canciones
y latentes corazones,
que se agolpan y desbordan.
En la mirada el reflejo,
de las extendidas horas
y en cada boca un jilguero,
trinando viejas estrofas.
La última campana,
como un payaso se mofa,
requiebros en las palabras
y la esperanza que flota,
en el vidrio de las copas.
Pensamientos que se agolpan,
como queriendo salir,
de la celda en que se alojan.
Así la noche se agota,
con su faz fantasmagórica
y se renueva la sangre,
en las venas que se aflojan.
Versos que han de venir,
de sentimientos cargados.
Con la nobleza en los ojos,
fortaleza en los abrazos.
Que la belleza sea dueña,
de los corazones rotos.
Que sea argamasa el amor,
para unirlos trozo a trozo.
A.L.
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31/12/2019