¡Ay precipicio!
mi alma goteando
Por sus orificios
tus manos cerrando
Mis húmedos huecos
¿Cuánta sangre he perdido?
¡Ay acantilados!
El alma derramando
Mis viejos sueños
Pared abajo.
¿Cuanto silencio roto?
¡Ay esclavos!
Fieles a la piel
de sus hermanos.
Corazones enjaulados,
tras puertas,
siempre abiertas.
¡Que ofuscación!
Que mis ojos no vean,
tu hermosura,
que mis ojos no lean,
tus palabras en la hondura.
He decidido clavar mi mirada
allá entre tus desiertos.
y sentirme rey de los ciegos,
tuerto,desordenado.
Vagamente contento.
Abro la puerta
y mi alma
sale huyendo,
corriendo descalza sobre la línea que nos separa
mi diosa soberana
Ando despacio en silencio
mudo, sin miedo.
Esperando el temor de un susto
Tus ojos claramente invitan a quererte,
brillante te aproximas a mis manos cortadas de frío.
Su luz instiga mi carrera muda
en pos de la vida.