¡Retorcidos y con el alma rota,
Cual sombra perdida,
Cual nube vacía!
El tiempo pasa y con él, lo efímero de los sueños. El canto de la muerte se difumina, y queda, como relámpago la vida.
Después de todo, viajando por el sendero del destino, hemos de luchar a capa y espada, por la cristalización de nuestros sueños. ¡Que sean realidades y no sombras perdidas!
¡El oído ha de afinarse al llamado del viento!
Que sea la pluma y su divino resplandor, que pinte a través de nuestras manos, la verdad del alma y delicias del corazón. El aletear de la mariposa, el ángulo de la hermosa sonrisa, y el murmullo del mar.
Y en el fluyente círculo de los sueños, camino arriba, entre el vaivén del silencio y la palabra, hacer pedazos la estela del desamor.
*Imagen: Desconozco la fuente
Luz Marina Méndez Carrillo/01012020/Derechos de autor reservados.