Hace calor y la sangre se enchicha.
Hay un fulgor en las entrañas de un pueblo entero que clama Justicia ¿es que la maldad no conoce sus límites?
Salió la furia encendida a callar voces desgarradas por el dolor,
salió a partir pechos y cráneos con flechas de muerte a niños y adolescentes que nunca probaron mujer.
Una madre arrastra a su hijo caído dejando ríos de sangre tras sus huellas.
La ‘pieta’ de Buonarotti se repite en todas las calles de Nicaragua,
en las barricadas, en los tranques, en los templos.
Los templos fueron violado y sobre las copas sagradas defecaron la huestes del satanás de Johann Fuchs.
Balac y Moloch desencadenaron su furia sacrificando niños como ovejas al matadero.
El Bode de Mendes y Jezabel brindan en su cueva de demonios en sus copas de oro y piedras preciosas rellenas de sangre de niños recién nacidos comiendo con la mano la carne de tiernos recién asados.
Los ungidos de la justicia y la libertad de blanco, contra los profetas de Baal con ropaje negro que,
como legiones de demonios encendieron su odio y callaron las voces asesinando niños, niñas embarazadas, jóvenes y madres que protegiendo sus vidas huyen despavoridas a Babilonia y Egipto porque en su tierra, Herodes les cruza la espada en el cuello.
A los profetas del Altísimo por defender a su rebaño los envían al exilio.
Callaron las voces de los que gritaban al cielo clamando libertad y justicia,
como Zacarías, hijo de Baraquías, que lo mataron entre el templo y el altar,
o,
como a Juan el Bautista que de un tajo rabioso cortaron su testa
y la llevaron ensangrentada a Herodes en bandeja de plata,
y la chusma de siglos, a la que vino a salvar el Nazareno,
crucificó enardecida al carpintero de Galilea en el monte de la Calavera.
Hoy Sanedrín, cena con Herodes y Pilatos.
Así ha sido siempre, y así será hasta que el mundo deje de serlo.
Pero vendrá el día en que los muertos se levanten de sus tumbas y arrastre a la bazofia que rige las vidas y haciendas de un pueblo enardecido,
para enviarlos al infierno.
19 de Abril de 2019