Hay tantos espejos en la luna
que por contagio consuman
la vejez del agua
forjas la intemperie
con las inclemencias del beso
y su huella de jeroglíficos
golpeando la ínfima flor del subsuelo
que impregna los inviernos
de su propia obsolescencia
regusto a muerte rubia de fresas
arrojados al fuego profundo
de los días invisibles
heroica orfandad
de las letras suicidas
que pulsan el ángulo ciego
de la música