Te he sentido, te he visto, por las noches, a media madrugada...
Abandonas tu lecho de sueños para viajar tan lejos como tus alas te lo permiten hasta mí...
Te he visto, te he sentido...
Sin abrir mis ojos, entre sueños...
Te he sentido, te he visto...
Viajante, vigilante, celante, al pie de un lecho que hoy ocupo...
He visto, he sentido, tus manos explorarme al tacto durante mi sueño... Identificando que soy yo...
He sentido, he visto, tus besos en mi frente y mejilla al despedirte al llegar el alba...
Te he visto, te he sentido, allí, de pie, observando, velando, celando mi sueño, cuidando de mí...
He sentido tu respiración sobre mí, tu aliento cerca a mi boca...
He visto, he sentido tus lágrimas rodar por tus mejillas y caer sin sonido alguno, bajo un insonoro suspiro...
Te he sentido, te he visto, durante la noche, a media madrugada, antes de nacer el amanecer, allí, de pie, junto a ese lecho que hoy ocupo, tratar de autoconvencerte de que estoy bien, duermo bien, sueño bien...
Te he visto llorar, te he sentido sonreír...
Pero...
No me haz visto sonreír, tampoco sentido decir gracias cada vez que te veo y te siento junto a mi, cada noche, cada madrugada, cada amanecer...
No me haz sentido, tampoco visto lo agradecido de que estés aquí, sigas allí... Cerca... Junto a mí...
Te he visto, te he sentido...
Te he sentido, te he visto...
Y por ésto, doy gracias cada día... Pues, así, sé que estás ahí... Sé que sigues allí...
Te he sentido... Te he visto...