A Juan Garrido, mi amigo y hermano, dedico.
Bajo el amparo de la hermandad ofrecida
te damos cobijo en nuestros corazones
porque hay en tu vida miles de razones
para celebrar con amistad crecida.
Tienes una vivencia aun no vencida,
con fuertes golpes en tus caparazones,
atado en el consuelo de tus canciones
arribas a la real edad de la vida
en que casi nada duele, ni estremece,
cuando solo la amistad se extiende y crece
con la dulzura de un espléndido vino.
Es el momento en que la fraternidad
se mueve sin freno hacia la eternidad,
dejando atrás la tristeza del camino.