Me siento eviterno,
por un río que corre a tu encuentro,
de paz constelado.
¡Oh, Jesús mío, que a ti me confío!
Es mi si, a tu abrazo perpetuo,
a tu infinito cierto.
Hacia una vida contigo, y sin ruido,
allí transfigurado...
Navego absorto,
concentrado en ese instante mayúsculo.
Es mi si, ya estoy listo,
para la cita eterna, de un tiempo seguro...
Es un anhelo bendito,
Dios del bien, y verso de mi canto,
ver a tu Ser... encandilado,
como al niño divino en aquel establo.