Danzan las sombras,
sin arte ni concierto,
como en un baile.
Es algo raro,
que inquieta las pupilas,
en un segundo.
Suenan las doce.
Repican las campanas
del campanario.
Y se retiran,
se marchan las estrellas,
están cansadas.
Por las entrañas,
del alma de los cielos,
alguien cabalga.
Son los latidos
y el eco que perdura
de los comienzos.
¡Cuántas preguntas
se quedan congeladas
en la garganta!
¡Cuántas respuestas
contiene este universo
en su interior!
Y tú, mortal,
pequeño espectador,
¡sigue esperando!
Rafael Sánchez Ortega ©
23/12/19