La realidad es galopante…
con pasos agigantados.
Va veloz,
apresurada,
corriendo repentinamente;
y si no se le da importancia,
el pensar y accionar,
se vuelve diluente.
El sensato va al encuentro…
contrario al indiferente.
Es consecuente,
diligente,
con la realidad demandante;
y aplica medidas precisas,
sin que sea tardío el momento,
para salir avante.
Muchos quizás anochecen…
durmiendo en su propio silencio.
Su parsimonia,
cataléptica,
configura el bello durmiente;
que sin ver la luz del día,
da primacía a su insolencia,
y se vuelve decadente.
La realidad es abrumadora…
con teñidura intransigente.
Es expresión,
litigante,
con saña apocalíptica;
que si no se actúa a tiempo,
da lugar a que aparezca,
La contumacia política.