Yetzy Velasco

PARTIDAS

Y tengo que admitir que me ha costado más de 100 amaneceres y 200 mentadas de madre al destino olvidarte, porque en serio te clavaste en mi corazón, te escondiste y resguardaste entre una de tantas arterias, recorriste cada válvula y ventrículo, te encarnaste y me contaminaste de ti. Y no es que fuera un mal suceso, porque hasta la situación más desastrosa te cambia la vida para bien, y así tú; llegaste para encender la luz en la vida de un faro abandonado, renovaste y le diste color a los espacios vacíos donde la muerte comenzaba a crecer; pero te fuiste y no es que sea tu culpa, comprendo que mi alma muchas veces es difícil de sostener, y no era obligación tuya ayudarme con la carga.

Pero joder, como me ha dolido tu partida, porque te quedaste grabada en cada pieza de mi vida, a veces te encuentro entre las páginas de un libro, o en la sombra que se forma en la cama durante el atardecer. Te huelo en el café de la esquina donde te di el primer beso, te siento cuando sin querer me brota tu recuerdo en las tardes lluviosas de Madrid.

Por eso he decidido irme, llevar conmigo unas cuantas hojas, un bolígrafo y un pedazo de ti, para cuando la nostalgia quiera pasar, cobijarla con los versos que he de escribir. Reemplazaré tu perfume con el humo del cigarro y beberé lo amargo de mi soledad.

Y no, no creo que vaya a ser fácil, quizá me lleve algunos años regresar, pero, si lo hago, y te encuentro caminando de regreso del mercado, he de pedirte un último favor, pasa de largo, no gires la mirada hacia mi dirección, que no se note que ésta extraña alguna vez te aprendió de pies a cabeza a hacerte el amor, porque no será así, ella se fue, partió con el último sol de Octubre, se mudó hacia donde sabe no la van a encontrar.

Después de todo las partidas son así, nunca regresas igual.