Amor, tú que a la última esfera te has elevado
y te has desprendido de este miserable suelo,
conduce a tu indigno mortal al divino cielo
donde tanto júbilo y ventura has hallado.
No lo desampares en este mundo malvado
ni lo despojes de tu confortable consuelo,
haz que en la remota esfera viva sin desvelo
y que ya no se aleje nunca más de tu lado.
¿Por qué a vivir en un frío infierno lo condenas
y no lo liberas de tan despiadada suerte?
Antes preferiría vivir la dulce muerte
que verse encadenado a las suaves cadenas
de un mundo tan inhumano, frívolo y banal.
Traslada al divino cielo a tu indigno mortal.
Suspiros y sueños de amor