No pudo ser,
un pesebre pobre y escarchado,
el del Mesías.
Sino un mero decorado navideño,
con tres reyes haciéndose publicidad.
Pasaron por toda Galilea caritativos,
con oro, incienso y mirra en su alforjas.
Ignoraron pesebres llenos de cunas de hambre.
A latigazos espantaron a la plebe de menesterosos,
que salieron a recibirlos.
Pues si la estrella de Belén anunció el camino a los tres reyes.
Los Pobres de Galilea, ya sabían la hora y día,
en que llegaría la cabalgata de los tres reyes,
y con lo que cargaban.
Al final, todos aquellos regalos,
fueron al Belén de María.
Y muchos vecinos se alegraron del premio del Niño,
que tocó en aquel pesebre de Belén de gente necesitada.
Los Reyes se fueron encantados de que todo fuera tan bien.
Volvieron a sus reinos y a sus negocios,
sintiéndose mejor y más amados por su pueblo.
Angelillo de Uixó.