Ayer el día se me hizo corto.
Porque la luz de la tarde, se alargó en tus ojos.
Yo no pensé en más nada.
Hoy el sol, ha dejado los espacios vacìos
y el frío ha sacado sus colmillos, para híncarlos en el alma.
Los pensamientos se han vuelto negros
escapandose, a donde la luz se apaga.
Al lado de los que sufren, de los que no tienen casa.
Tú y yo, no podemos saber que se siente, Siempre tuvimos un techo que nos cobijaba.
Por eso no lo podemos saber;
Que es sentir bajo la piel, el grito de la miseria, subiendo desde el estomago, hasta el cuello, estrujando, retorciendo, las gargantas.
Mañana, quizás mañana, apriete fuerte los puños sin que se me destiña el alma…