Espera el niño la mano,
con su sonrisa inocente,
y en la misma la caricia
que le transmite de siempre,
es el candor de la madre,
con los dedos en su frente,
que acicalando su pelo
deja un beso por sus sienes,
beso que aspira inocencia,
beso firme y algo breve,
beso que sale del alma
de la madre tan paciente,
porque el momento es eterno
y es el mejor de los bienes
el sostener en los brazos
a este niño de ojos verdes...
Espera el hombre el abrazo
y la caricia que duele,
cuando separa el destino
a los cuerpos por la muerte,
y los separa, de pronto,
sin aviso y sin billete,
para ese tren que sin horas
toma al viajero del muelle,
y van figuras descalzas
a paraísos infieles,
a esas regiones sin nombre
donde el presente está siempre,
y no le digan que no,
a nuestro hombre, prudente,
ya que eso le enseñaron
como si fueran deberes...
\"...Espero el niño del cielo
esa respuesta que quiere,
pero los cielos hoy lloran
con sus pupilas rebeldes...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
25/12/19