Sanas dentro de mí,
en el eterno silvo
de la respiración,
que baja y sube
con mi sangre,
inundándola de oxígeno,
y otras destrezas
químicas que
anuncian la vida.
El viaje es corto
y sin retorno,
cuando ante mis ojos
se presentan los tuyos,
y mi garganta
esgrime sus primeros
augurios.
Somos tú,
somos yo,
sólo eso,
vamos quedando
simplemente ausentes
del resto,
o de la suma,
¿Que más podría querer?,
si entre mis dedos,
como pétalos,
se oye el crecer de tu pelo.
Eduardo A. Bello Martínez
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