¿Quién
en tus ventanas soleadas
ha colgado el sello de llanto?
¿Quién apagó con su indiferencia, tu dulce canto?
Dime,
¿Quién
en tus caídas profundas se ha regocijado?
¡No hay perdón para el que de tus costillas rotas se ha burlado!
¿Quién no vio que tu piel siente calor y hambre
y el frío calan tus huesos
en esos cerros altos alejados?
Su piel se secará
en desiertos inhabitados;
no hacer comunión con tus cruces resulta casi un pecado.
¿Dime quién,
pobreza niña mía,
de tus vestidos ajados se ha escandalizado?
Quién a tus ruegos
ha tenido el oído tapado,
¿No ha visto acaso, los golpes que el destino te ha dado?
Ser pobre no es un delito,
es una circunstancia clavo doloroso que el destino ha dado.
Es tener coraje para vivir y resurgir de los escombros despintados,
es necesitar para una medicina, no tener, y morir en un hospital olvidado.
La pobreza daña, mata, hiere con sus dardos.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados