La sinfonía de tu piel, logró subyugar mi ser;
embeber del cáliz que resuma tu cuerpo al danzar,
ha vulnerado el frágil cristal del descansar
de aquel misterio pasional, que vuelve a emerger.
La cálida noche nos cobija con sus tinieblas
regocijando el espíritu, borrando la indigencia
del contacto de tu piel y el atestar de tu boca,
tus labios sabor a deseo derriban mi paciencia.
Desfallezco a cuenta gotas embelesando tu cuerpo,
sobre mi mejilla, tu cálida mano asiente mi incierto,
mientras tu boca, me deshace, así hielo en el desierto;
con este besar; de tu cuerpo haré un bello templo.
Reinaras en mis sueños, y un beso concedido
será la llave para entrar en aquel augurio;
pero el siniestro del olvidó y el silencio,
evacuara la quimera de navegar en ti siendo pérfido.
De saberlo último jamás me hubiera apartado;
mis manos a todo tu cuerpo se hubiesen aferrado;
solo cinco besos y me dejaste con un suspiro ahogado.