¡Oh divinidad esplendente de la mañana,
cuya luz transciende los límites de la noche!
¡Oh beldad divina sin mácula ni reproche,
cuya belleza epata la de Artemisa Diana!
De tu célico esplendor la luz del sol dimana
como brillante lucero de la medianoche;
tu exuberante hermosura es todo un derroche
de la infinita dulzura divina y humana.
¡Oh dechado de perfección, angelical sueño!
Deja que tu esclavo pueda gozar tu hermosura
en el efímero reino de la noche oscura.
Amor, sería el hombre más feliz y risueño,
aunque al despertar en la plácida alborada
de tu encanto sólo quede una sombra velada.
Suspiros y sueños de amor